domingo, 10 de agosto de 2008

Sur y costa del golfo

Después de unas 15 horas de autobús desde Mérida, ahí es nada, durmiendo casi todo el trayecto (menos mal que los autobuses son tan cómodos aquí), llegamos a San Cristóbal de las Casas, estado de Chiapas, ya bien entrada la tarde. Muy fresquitos, nosotros, con nuestras chanclas y nuestras mangas cortas. Pero nada más bajar del autobús nos dimos cuenta de que habíamos pasado un pequeño dato por alto: Las Casas, como la llaman los lugareños, está a 2200 metros sobre el nivel del mar y por la tarde-noche refresca, aún en pleno agosto (el clima de montaña es lo que tiene). Nada que una chaquetita no solucione, que tampoco es para tanto. Eso sí, nos llovió un rato casi todas las tardes. Pero agradecimos el cambio de clima y el cambio de paisaje. ¡Y qué paisaje! San Cristóbal esta rodeado de altas montañas, verdes y frondosas como ellas solas (seguimos en el trópico, amigos, y aquí llueve mucho) y envueltas en niebla durante buena parte del día (¿o eran nubes?).

Nos alojamos en el “Hostal Posada México”, un sitio con muy buen ambiente y con un patio ajardinado donde se puede desayunar (incluido en el precio y buenísimo, por cierto) o tomarse unas chelas, que así llaman aquí a las cerveza, escuchando buena música (en una pared está dibujado Jimi Hendrix, no os decimos más). La habitación también estaba muy bien, grande y con lavabo privado. Después de la mala experiencia en Mérida siempre hemos escogido lavabo privado. Eso sí, el alojamiento aquí es bastante caro, comparado con otros sitios de México.

La ciudad, que tiene aspecto de pueblecito grande, es verdaderamente encantadora. Todo son casas de una o dos plantas y lo tradicional es que tengan un patio interior con una fuente en el medio. Las casas y las calles están muy bien cuidadas (¡Qué diferenciaron con Mérida!) y están repletas de tiendas, bares y restaurantes de todos los tipos. La oferta gastronómica es enorme y de calidad, y en los locales suele haber música en directo. Por cierto, yo (Darry) me hubiese fumado algún cigarrito la noche en que viendo a unos tipos tocar una buena versión del “Sultans of Swing” de los Dire Straits, degustábamos una Negra Modelo (que es una cerveza, no penséis cosas raras) en un local llamado “El Gato Gordo”. Pero no lo hice, por que… ¡He dejado de fumar! Desde que empezamos este viaje no he vuelto a sostener un cigarrillo entre mis dedos.

Pero volviendo a San Cristóbal, sorprende la cantidad de indígenas que hay por la calle. Todos se dedican a la venta ambulante. También hay dos grandes mercados, uno de artesanías y otro, enorme, de alimentación. Todos los vendedores son indígenas que bajan de sus comunidades, arriba en las montañas, a ganarse la vida. Ninguno vive en la ciudad.

Y hablando de comunidades indígenas, vale la pena coger un colectivo (pequeña furgoneta que hace las veces de autobús pero mucho más barato y mucho más estrecho) junto con los indígenas (los turistas suelen ir en autobús en tours organizados) y subirse hasta San Juan Chamula, pequeño pueblecito indígena, a dejarse atosigar por los niños y niñas que te salen al paso a intentar venderte sus artesanías. Lo gracioso del tema es que te entran como si de antemano supiesen que les vas a decir que no. Por ejemplo, te dicen, todo seguido, “¿Quizás? ¿A lo mejor? ¿Si te lo piensas? ¿Tal vez? ¿Si cambias de opinión?”, mientras te enseñan sus mercancías con una sonrisa cautivadora de oreja a oreja. Son muy graciosos. Y hay que decir que los niños y niñas indígenas nos parecieron guapísimos.

San Cristóbal nos encantó y nos lo tomamos con calma. La ciudad invita a relajarse, a sentarse un rato en un banquito del zócalo, a pasear recorriendo las calles y plazas, repletas de tiendas y mercados. Y eso es lo que hicimos durante cinco días. En realidad, íbamos a estar sólo cuatro, pero cuando estábamos a punto de coger el autobús, con todos nuestros bártulos a cuestas, Eli se puso enferma y tuvimos que quedarnos una noche más. La culpa la tuvieron unas empanadas de queso (rancio, para más señas) que comimos en Palenque. Desde entonces, Eli no volvió a comer queso en toda nuestra estancia en México.

El camino a Palenque, que fue la única excursión larga que hicimos desde San Cristóbal, merece una explicación a parte. Cogimos un tour en furgoneta y, aunque sólo está a 175 Km, se tardan 5 horas de ida (saliendo a las seis de la mañana) y cinco de vuelta, por que la carretera, que cruza las montañas, está lleno de topes (así llaman aquí a las “bandas sonoras” como tenemos en España, pero exageradas), lo que retrasa muchísimo el avance. Un verdadero palo. Pero vale la pena. De camino visitamos un par de cascadas: Misol-ha y Agua Azul.

Esta región de Chiapas es muy indígena y constantemente se les ve caminar por la carretera. Muchos con machetes en la mano para poder abrirse paso entre la selva. De tanto en tanto, te asaltan niños en plena carretera, aprovechando los topes, para venderte comida o bebida. A veces, había niños que ponían una cuerda de lado a lado de la carretera para detener a los coches y pedirles dinero o venderles cosas, poniendo en peligro sus vidas y la de los conductores. También son numerosos los carteles de apoyo al EZLN, Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. Esta sigue siendo una zona conflictiva, aunque ahora la cosa está bastante tranquila, por lo visto. En cualquier caso, pudimos disfrutar del magnifico paisaje de Chiapas por el camino.

Palenque nos alucinó. El lugar es mágico. Abrumador. Unas ruinas mayas bien conservadas en medio de una selva que constituye una reserva natural y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Se escucha constantemente a los monos aulladores emitir sus atronadores gritos en la profundidad de la selva. Espectacular. No queremos aburrir con las ruinas mayas, de las que ya hemos hablado antes, pero estas son increíbles. No se puede explicar. Hay que estar allí y respirar el ambiente. Aquí se hallan las únicas tumbas mayas encontradas hasta la fecha. La de la Reina Roja, cuya identidad real sigue siendo un misterio, y la del rey Pacal, uno de los monarcas más importantes. De esta ciudad, que corresponde a la etapa clásica maya, la de mayor esplendor, sólo se puede ver un 10 por ciento, pues el resto está todavía devorado por la selva. La única pega es el extremo calor y humedad del lugar, que hace que haya gente que se desmaye a media visita.

De camino a México DF, la capital, visitamos un par de ciudades más, Oaxaca y Veracruz, que no nos aportaron nada que no hubiésemos visto ya, pues son dos típicas ciudades coloniales, muy parecidas a Mérida. A destacar la decepción que nos llevamos con las playas de Veracruz, llenas de ríos con residuos fecales e industriales atravesando la arena en plena centro de la ciudad. Y el repugnante cóctel de gambas que comimos en un chiringuito de playa. Aquí es típico, por lo visto: agua con ketchup, gambas, pulpo y algo viscoso que no logramos identificar pero que tenía una textura repugnante. Los dejamos enteros y, para colmo, nos metieron la clavada más importante hasta la fecha. Fue el único sitio donde no miramos los precios antes y ese fue un error que pagamos caro, nunca mejor dicho.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Sigo vuestras andanzas pendejos... cuidado con los monos!, me han dicho que cuando llevan mucho tiempo sin hacer guarreridas, saltan de los árboles y se calzan lo primero que pillan... no va en broma... que se lo pregunten al león! - "¿ha visto usté pasar por aquí un monor?"
A cascala!

pd. Darry, no tienes cojones de aguantar to el viaje sin fumar!

Jose

cuchi cuchi dijo...

hola chaparritos, como va, esperamos que muy bien, a ver si mandais un emilio, o quedamos pa charlar. os tengo una sorpresita para que la veais, decidnos algo, y os la mandaremos por meil. bueno a ver cuando se puede "escribir en catalan" ya que no nos lo pubican, joel que es lengua oficial. Cuchi cuchi.petons i abraçades.

Anónimo dijo...

Hola torpedos!!!

así que has dejado de fumar...que callado te lo tenías, no? para que no tiráramos tus esperanzas al río. Pues muy bien, como dice mi broder, a ver si tienes güevos de aguantar tol viaje!!

La verdad es que tiene todo muy buena pinta(seguimos con las pirámides ehh) por ahí. Mexico tiene que ser especialmente bonito. LOs soldados de trapo son muy guapos. He acabado de currar hace un rato en "lo gat flac" y por aquí ando, viajando desde casa.
Me ha parecido ver una camisetilla de los KM por ahí, claro que sí, marcando estilo. Te podrías hacer una foto con ella en los lugares más especiales para que no se diga luego que no fuimos internacionales.(porque lo de la Eli enseñando las tetas en los sitios famosos no a triunfado, no?)

bueno chicos, me despido cordialmente, esperando haber satisfecho vuestra ...huy!! que ya parezco el DArri...


un abarazo fuerte desde casa...

CGBJ...

PD.
VAya mierda lo del name y el pass, no me acuerdo nunca de lo que tengo que poner..

hoteles en la cumbre dijo...

Que hermoso país que es México, tiene tanto paisaje, tanto color, mucha historia.